El día 7 de marzo Pilar, la profesora de latín, me acompañó al antiguo edificio Cervantes para participar en un concurso de traducción de latín a nivel nacional llamado “Certamen Cicerionianum”.
El concurso consistía en un examen de unas cuatro horas que constaba de varias partes: Un texto para analizar sintácticamente y traducir, preguntas de etimología y un tema para desarrollar, todo en relación con el famoso orador de la Antigua Roma, Cicerón.
Para poder realizar el examen, Pilar y yo estuvimos trabajando en clase las semanas anteriores; primero leí algunos fragmentos de libros que contaban la historia de Roma durante la época en la que vivió el orador, además de la vida y la obra de éste. Después tradujimos juntas el repertorio de textos sacados de las obras filosóficas de Cicerón, los que más me gustaron pertenecían a la obra De Amicitia, que trata sobre la amistad.
Me pareció una gran experiencia, pero sin duda, lo que más me sorprendió fue la participación, fui la única estudiante de humanidades de todo Aragón que se presentó y la verdad es que me preocupa, pues nuestro bachillerato es a menudo despreciado por las ciencias, a pesar de la gran importancia que tienen las asignaturas, como latín, griego, filosofía… Y si nosotros, los estudiantes de humanidades, no participamos en eventos como este, acabarán desapareciendo.